Ya van casi 12 años a nuestras espaldas en cuanto al formato. En todo este tiempo pocos han sido los realities que se me han escapado, apenas un par de ediciones de un Supervivientes que se estaba volviendo cansino en sus dos últimas ediciones y algún que otro programa copia barata cancelado de estos que a A3 se le da tan bien hacer como «La Vuelta al Mundo al Plató» (se titulaba de otra forma pero en realidad fue tan patético ver cómo se desplazan tan lejos para enseñar durante 3 horas un interior convertido en plató… que no hay palabras para describirlo) y no estoy hablando de «El Barco», que incomprensiblemente no ha gustado a pesar de estar medianamente bien.
Con el paso del tiempo hemos aprendido, hemos aprendido a dejarnos sorprender y no dar nada por hecho. Somos conscientes de que dentro de la serie de ediciones de un reality, algunas son un verdadero despropósito, nos divierten y entretienen, pero no hacen que nos involucremos hasta el punto de sufrir con las expulsiones como otras sí lo hacen. Al igual que el camino de Gran Hermano, que esta edicion que viene afronta un reto importante en audiencia intentando recuperarse de ese bajón, Supervivientes había marcado el pasado año uno de sus peores datos en un año que no resultó muy bueno en cuanto a audiencias en ningún formato estrenado ni en los concursos ya veteranos. Por ello Telecinco decidió dar un cambio importante, con Jorge Javier como presentador y la queridísima Raquel Sanchez Silva como copresentadora desde Honduras, una mujer a la que muchos tenemos en alta estima por su labor al frente de las dos últimas e inolvidables ediciones de Pekin Express.
Ellos dos, las gracias de Jorge Javier cada dos por tres, la simpatía de Raquel, unido a un excelente casting de concursantes (aunque no se puede ser perfectos y concusantes mueble salen por todas partes) hicieron que cada gala fuera única e irrepetible, batiendo records semana a semana y convirtiéndola en la edición más vista de la historia del formato, congregando a las 2:29 de la noche, en la elección de su ganadora, a más de 4 millones de personas y el 71,9% del share, algo inaudito que jamás ha sucedido a esas horas de la madrugada en la historia de la televisión en nuestro país.
Los que esperaban una final al uso, donde los concursantes pasaban uno a uno e iban viendo su paso por la isla, más ese careo de palabras final convenciendo a la audiencia y otras formalidades, se encontraron con el mayor espectáculo nunca visto. Todo comenzaba en un lugar que hoy ya sin duda será parada obligatoria de cualquier fan de realities, los exteriores de los estudios de Telecinco nunca antes fueron el escenario de una de las escenas más conmovedoras e impactantes de la televisión (superando la llegada de Ismael Beiro en helicóptero). Sonia, ante la indignación de todos los que la apoyábamos por su entrega, era expulsada por la audiencia a las puertas de la final, en uno de estos movimientos telefónicos que algún día una persona sabia cambiará. Los aliados de Rosi, Rosa y Tatiana se unían para echar a una de las mayores supervivientes de la historia, una mujer que lo dio todo, que aunque hizo más o menos su papel en la isla, demostró ser una luchadora y así lo demostró dejándose la piel por ella y por sus compañeros en cada prueba de líder y de recompensa.
Todo tirado por la borda, los votantes (a los que debería caérseles la cara de verguenza por haber votado en contra del espíritu del concurso y por votar en contra de una verdadera superviviente) decidían que la anónima Rosi Arcas era la elegida para su pase a la final. Sonia caía destrozada y rota al suelo, sin encontrar consuelo en las palabras ni de una Rosa que se tiraba junto a ella ni de las de Raquel que tuvo que sostenerla en volandas, ni de una Tatiana que casi la pisa al escuchar que era expulsada. Sin duda el rostro de la desolación y que dejó las imágenes más impactantes de la noche. Estaba ya claro que la gente prefería como ganadora a otra mujer, que nunca ha ganado una prueba, ni siquiera la última, que ha tenido dos programas de la cadena en que trabaja defendiéndola en su mayoría y que como los demás, cada vez que había que hacer una prueba para conseguir comida, se la confiaban a Sonia. Al final la audiencia es la que decide, pero no la audiencia, sino los que llaman. ¿Tan difícil es que se pudiera votar gratis y se reflejase así de verdad la opinión de los espectadores? ¿No podrían sacar los beneficions de las llamadas por otra parte distinta y dejar de una vez por fin que España elija?
Vía libre para Rosa a pesar de que los votantes de Sonia se unieron en contra de la colaboradora de la cadena para que ganase Rosi, aunque antes deberían pasar por una prueba que nos dejó otra imagen inolvidable, la prueba bajo el agua (ver vídeo), mostrándonos algo que jamás había sucedido tampoco en ningúna edición de ningún reality. De repente, Rosi Arcas, una concursante que había pasado casi desapercibida durante todos estos meses, en la noche de la final no sólo obtiene un pase a la final, sino que se cuela por méritos propios, a pesar de su estado de nerviosismo, entre las dos candidatas a ganar el título. Tan sólo si echamos la vista atrás, lo más parecido que encontraremos son los hechos ocurridos en Gran Hermano 9, en el que, el que ya era ganador, Rodrigo, quitó pocas horas antes de la final el cartel del número de teléfono de Judith, la que después sería ganadora de la edición. De esta forma, Rosi se abría a ojos del público como una opción que hasta entonces no era posible.
Pero las sorpresas no iba a parar, la final de Supervivientes 2011 ha sido la más intensa que se recuerda, sin un sólo minuto de descanso en emociones durante sus más de 4 horas y media de duración. La entrevista más corta jamás hecha a una concursante, Jessica, la que se merecía por otra parte, el cabreo de una Aída que si no cayese tan mal y montase tanto teatro, la gente podría ver la cantidad de verdades que suelta por la boca, aunque ha de asumir que parte de culpa de que Sonia haya sido eliminada, se debe a ella, ya que inmediatamente, si alguien no lo tiene claro y le cae mal Aida, directamente le lleva la contraria, ley de vida.
Asistíamos minutos antes de la proclamación de la ganadora, a una de las peleas de matrimonio más duras. Rosa ya había confirmado que regresaba de la isla más fuerte, que nadie la tosería encima. Así las cosas, el primero que pagó esta actitud que más que una evolución es una involución de personalidad, fue Amador Mohedano, que sin comerlo ni beberlo, fue dejado por su mujer como un cero a la izquierda, vilipendiado por esa ganadora que dice haber vuelto renovada y libre, pero que en realidad ha vuelto prepotente y con poca paciencia para los que desde fuera tanto cariño y apoyo le han dado. ¿Reprimida antes, cansada de una vida de matrimonio con la única persona a la que ayer hizo daño en la final sin motivo?
El tiempo pondrá todo en su lugar. Está bien que cualquier persona pueda alejarse, evadirse y pensar en su futuro y en lo que le queda por vivir y hacerlo, cumplir sus sueños. Pero hay otras vidas que se han movido con nosotros y hay formas más correctas de cambiar las cosas sin hacer daño a nadie.
Nos quedan muchos realities por vivir aún, no sabemos ni ellos saben, ni productora, ni cadena, ni los que se presentan, si funcionarán o no. El éxito radica en cosas tan sencillas y a la vez tan incomprensibles que es difícil determinarlo, es imposible saber si un concursante va a dar juego hasta que contacta con el resto de concursantes, no importan las decenas de pruebas que se le hayan hecho antes con otro grupo ya que somos impredecibles. Y quizá aquí es donde reside la maravilla de estos programas y a la vez su principal punto débil.