Su voz formaba parte ya como de la familia, después de tantos años entrando en casa a través de la televisión, como si en realidad el mundo de ahí dentro, donde nosotros vivimos, fuese el vientre materno y las ondas a través de las que llegaba la voz fuese el mundo real de fuera, nosotros esos pequeños bebés que escuchan voces distorsionadas y que cuando salen a respirar las hacen suyas y familiares y las llevan en la cabeza para siempre.
Así era, cuando como cada año, cada mes de mayo, fiel a su cita, en el calor de los sábados de primavera, esa voz se colaba una vez más y nos traía consigo el espíritu eurovisivo, inconfundible y carismática. Fue una dura tarde y noche en la que incluso se anunció su fallecimiento por error y me dispuse a escribir estas mismas letras que hoy salen a la luz, desde que conocí la hospitalización, he estado rebuscando en vídeos y grabaciones su voz, quizá por miedo a perderla, pero con la esperanza de no tener que escribir en mucho, mucho tiempo, estas lineas. Me quedé un poco contrariado, toda la tarde siguiendo la noticia de su estado de salud y cuando me dispongo a comunicarla, resulta que soy yo el sorprendido cuando me comunican el triste desenlace, aunque en aquel momento todos estuviésemos confundidos, esperanzas por los suelos. Muchos hablarán de su amplia trayectoria profesional, desde los inicios de la televisión en España, pero aquí en casa ha sido ese hombre que abría una mágica noche llena de canciones y sorpresas, de sus simpáticas predicciones de votos entre países que yo siempre maldecía, al que relegaron de la presentación del festival, pero que volvió con ilusiones renovadas.
Ahora su voz se ha apagado de forma repentina, como el final de una canción que ha sonado durante tres intensos minutos. Y ha dejado una buena sensación, tanta como para querer escucharla de nuevo. Y da pena que se acabe. Y rabia el saber que sólo pervivirá ya en la memoria, sin nada nuevo que transmitir.
Cuando me he puesto a rebuscar entre sus grabaciones, no sabía exactamente lo que estaba buscando hasta que lo encontré. Es esta su última apertura de un Festival de Eurovisión, una apertura muy especial que de alguna forma hace un recorrido por la historia de toda una vida, desde que una familia enciende por primera vez un televisor para ver el festival en blanco y negro y sin mando a distancia, haciendo esos preparativos previos a un gran espectáculo, hasta el color y la diversión de la actualidad, con ilusiones que viajan a algún lugar imaginario, ilusiones que todos y cada uno desprendemos, que contagian a los demás y hacen posible ese fenómeno que mueve al mundo.
Hasta siempre José Luis y perdona si de vez en cuando, al volver a escuchar tu voz en alguna parte, se hace un nudo en la garganta, allí donde nace el sonido, porque será difícil no echarte de menos.