Hace ya aproximadamente 9 años cuando una tarde de sábado, tal día como hoy, estaba a punto de salir a la venta el que sería el tercer trabajo en la discografía de Ella Baila Sola. Apenas quedaban 2 días para el lunes del lanzamiento. La historia vuelve a repetirse.
Entonces la salida de aquel disco me pilló en Cuenca, estudiando la Ingeniería Técnica de Telecomunicación en Sonido e Imagen y era mi segundo año en la ciudad. Hace 9 años, aunque ahora parezca algo poco normal, había tiendas especializadas en la venta de discos, sí, las había, ahora que sólo es posible encontrarlos en grandes almacenes y por descarga digital.
Normalmente en la residencia de estudiantes de Bartolomé Cossío, los fines de semana la gente huía a sus casas, sobre todo los que más cerca estaban de su ciudad. Pero mi suerte era otra, justo ese fin de semana no me tocaba regresar a casa, algo que solía hacer cada dos semanas o tres, por la larga duración del viaje que entre ida y vuelta me llevaba más de medio día. Esa tarde tranquila, sin nada que hacer prácticamente, recordando que el día antes de salir de mi casa hacia esta ciudad en la que estaba, la canción «Despídete» había sido como una especie de canción de mi propia vida y mi futuro, sentí la necesidad de intentarlo, de bajar a la ciudad cruzando el descampado del campo de fútbol, bajando esas escaleras, cruzando el puente de entrada a la ciudad y la Avenida Argentina y torcer hacia la primera tienda de discos cercana a la Calle Carreterías.
Y la necesidad se hizo realidad, me enfundé en mi abrigo, me puse las zapatillas y me lancé. Entré en la tienda y me saludó una amable chica, de la que ya no conservo el recuerdo de sus facciones. Le pregunté si ya había salido a la venta el disco de Ella Baila Sola «Marta & Marilia» (ya sabía que no, pero tenía que intentarlo). La chica pudo haberme dicho simplemente que aún no, sin embargo lo que me dijo me dio pie a intentar otra estrategia, «no ha salido a la venta pero ya nos ha llegado». Obviamente mi siguiente súplica fue que si podía vendérmelo y para dar más emoción al asunto le dije que me iba a mi ciudad el lunes y probablemente no me daría tiempo a comprárselo a ellos. La chica aún así, no dudó, no podía vendérmelo.
He de reconocer que lo que hice a continuación puede sonar un poco ridículo ahora que estamos en pleno 2009, pero antes no había tanta información en internet como ahora y ni siquiera había podido ver la portada, para mí permanecía en un halo de misterio que necesitaba desvelar fuera como fuese esa tarde aburrida. Le pedí que si me dejaba ver la portada del disco. No sé qué pensaría de mí la dependienta, pero entró por la puerta del almacén, abrió una caja y me tendió en la mano el disco. Ahí estaba, con Marta sentada en una silla blanca y Marilia posando de pie con un paso al frente.
Le di la vuelta, ni siquiera sabía el número de canciones que tenía el disco… y ahí estaban también, esos títulos que en un futuro se convertirían en imprescindibles y cuyo contenido cantaría una y otra vez.
Hoy sábado 24 de octubre, a dos días de la salida del renacer del grupo, algo con lo que soñaba desde hace años, la misma emoción sigue estando ahí, aunque esta vez no hay una Residencia de estudiantes solitaria por la llegada del fin de semana, no hay una ciudad como Cuenca ni una tienda donde tengan ya en su caja el disco para que alguien me enseñe la portada. 9 años más tarde, la tecnología me ha permitido saber cómo es antes de tenerla, cómo son parte de sus canciones antes de escucharlas.
Mañana domingo por la noche hacía casi 9 años que en los40, el desaparecido Joaquin Luqui dedicaba un especial al grupo de casi dos horas de duración. Cuando en mi habitación doble compartida intentaba captar con mi radio la señal de la emisora que no llegaba entonces y cuando, de forma entrecortada, girando la antena para uno y otro lado y poniendo las posturas más absurdas conocidas, intentaba escuchar esos adelantos del nuevo disco.
Una radio donde al día siguiente, un lunes al mediodía, tras salir de las clases de la Universidad y antes de comer, sonaría el disco entero, mientras yo paseaba contento por el reducido espacio de la habitación y me tiraba boca arriba en la cama, con los brazos detrás de la cabeza, disfrutando de aquella música deseada que acabó en Infinito y que un lunes por la mañana de nuevo volveré a Sentir.