No se puede decir que sea un apasionado de los comics, sin embargo tanto su mundo como todo lo que gira en torno a ellos me apasiona. De pequeño no tenía los típicos libros de Superman ni de Batman, sino montones de revistas de Disney que leía una y otra vez. Las que más me gustaban eran las de Patoaventuras, o lo que más tarde en la serie de dibujos animados se llamaría así. Aquellos comics me despertaron un interés por Mickey, Donald, Goofy y todos esos personajes, que aún continúa a día de hoy.
Más tarde, entre la etapa de mi niñez y la adolescencia, me acercaba cada sábado al kiosco para comprar una bolsa de un periódico ya desaparecido hace años y que el dependiente me dejaba llevarme sin tener que pagar el periódico. Dentro de esa bolsa que costaba unas 150 pesetas si mal no recuerdo, venían algunas joyas del comic, aventuras variadas en cada número. Todas esas aventuras deben andar por ahí en las cajas escondidas con Thor, Superman y Lobezno en su interior, entre otros.
Mentiría si dijese que soy más de comics que de libros, de hecho de pequeño solía enfadarme si entre mis regalos se escondía un gran libro con viñetas en lugar de cientos de páginas para leer y disfrutar. Los comics tienen una lectura más ligera y visual, dejan menos campo a la imaginación, y eso es algo que personalmente es lo que menos me gusta de ellos. A pesar de este inconveniente personal, soy capaz de reconocer una buena obra cuando la tengo delante, y si tuviera que elegir un comic de entre todos los comics, el mío sería sin duda Tintín.
Si hay un lugar en el que saben tienen más comics que en ninguna otra parte del mundo, ese lugar es sin duda Midtown Comics, una sede con cuatro tiendas repartidas en pleno Nueva York, la principal de ellas en Times Square. El emporio de los comics, el lugar en el que comprar, vender, participar y disfrutar, el lugar en el que cualquier aficionado o veterano no pueda sentirse extraño al ir a buscar a su superhéroe favorito, ya sea de ahora o de hace setenta años, porque aquí lo viven todo con mucha pasión.
La tienda no se queda atrás en tecnologías e información. Compra-venta de ejemplares impresos, varias redes sociales a través de las cuales seguir sus noticias, un blog, canal de youtube y hasta una aplicación en iTunes para venta de números online en todo el mundo. Y por si esto fuera poco, además dan la oportunidad a nuevos artistas para exponer sus trabajo en la tienda y convertir su superhéroe en una leyenda.
Hoy me he sentido identificado de alguna forma con el reportaje que simultáneamente para varios países ha emitido National Geographic centrado en esta tienda, como homenaje a todos los fans de los comics. No hace mucho me hice con una edición de coleccionistas, el baúl con todas las obras de Tintín, incluído el número inédito que Hergé nunca pudo finalizar y que abrí con sumo cuidado, como si fuera un tesoro.
Algunos comics de Disney siguen apareciendo en alguna estantería de la casa. Desde entonces todo ha cambiado mucho. Ahora ya no es necesario ni siquiera ocupar espacio, basta con hacer un simple click y leerlo en la tablet pasándo sus páginas con un simple arrastre del dedo. Un movimiento, sin embargo, que jamás podrá sustituir la sensación del olor de las páginas impresas, pero que sigue encerrando la misma magia de siempre.