Ha vuelto a hacerlo. La primera vez fue casi una necesidad. Ocultó su nombre, Joanna Kathleen bajo las iniciales J.K., ya que hace algunos años se pensaba que nadie compraría en el Reino Unido un libro inicialmente enfocado al público infantil (mira que me reviente esto ya, pero así se hizo entonces) escrito por una mujer. Sólo cuando el libro tuvo un éxito sin precedentes, se desveló el oculto secreto y muchos tuvieron que comerse sus ideales con patatas.
Hace unos meses, concretamente a finales de abril, aparecía en Amazon en exclusiva un libro a la venta, un libro de terror y misterio, escrito por un nuevo autor, Robert Galbraith, de la editorial Mullholland Books. En pocas horas se convirtió en el libro más vendido de las listas de ventas de la web y no solo eso, sino que las opiniones de los lectores en los sucesivos días no dejaban de alabar y otorgar sus cinco estrellas a una historia a la que calificaban de terrorífica, un debut excelente de su autor en el terreno de los crímenes y la investigación, un libro de misterio muy bien escrito y con un final grandioso y sorprendente, en el que poder sentir el ambiente, la atmósfera, la tensión y el dolor.
Hasta uno de los lectores, curiosamente, se acercaba a la realidad, diciendo en su comentario que era un libro tan bien escrito que no le extrañaría nada que unos años más tarde termine saliendo a la luz el nombre verdadero del autor que se oculta bajo este seudónimo
No hubo que esperar tanto tiempo. La propia escritora confesó haber escrito el libro bajo un seudónimo, Robert Galbraith resultó ser J.K. Rowling.
¿Y por qué este movimiento para la publicación de un libro, que por cierto tiene parte de sus beneficios destinados a labores sociales?
No es la primera vez que J.K. Rowling lo hace, ya trabajó con seudónimos con los libros adicionales del mundo de Harry Potter, también benéficos para Comic Relief, de ‘Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos’, ‘Quidditch a través de los tiempos’ y ‘Los Cuentos de Beedle el Bardo’, más que un seudónimo, escritos bajo nombres de los personajes que ella misma inventó para sus novelas.
Aparte del motivo benéfico, y de que ella misma afirma que fue divertido huir a bombo y platillo de las estrategias comerciales y publicitarias cuando publicas un nuevo libro (recordemos que es poco dada y le gustan más bien poco las entrevistas) y que quería ver los comentarios de la gente pensando que era otra persona, quizá este movimiento tenga también algo que ver con las críticas recibidas por su último libro, ‘Una vacante imprevista’, que no salió muy bien parado en opiniones. ¿Qué hubieran opinado esos mismos críticos y muchos de los lectores si ese mismo libro hubiera aparecido bajo otro nombre? ¿Qué hubiera pasado si ‘The Cuckoo’s Calling’ hubiera llevado el nombre de J.K. Rowling en su portada?
Tendemos a opinar y juzgar antes de tiempo, va en nuestra naturaleza. Si un autor nos gusta, compramos su siguiente libro con los ojos cerrados. Muchos críticos y lectores opinan sin saber, sin haber leído las obras, son los que más daño hacen, porque son capaces de orientar al público sobre lo que es bueno o malo, cuando en realidad no tienen ni idea de lo que están vendiendo a la sociedad, solo por el hecho de que un autor les ha parecido prepotente o no soportan que sea un best-seller.
Esta jugada magistral de J.K. Rowling demuestra una vez más que muchos de los que opinan deberían meterse de una vez por todas la lengua en el culo y callar para siempre. ¿A alguien le suena eso de «no juzgues a un libro por su portada»? Aquí tiene más sentido que nunca y siempre es bueno que alguien nos dé un buen baño de humildad.
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