Safe & Sound

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Soy uno de aquellos a los que le molesta el final de una película en el cine, cuando salen las primeras letras de los créditos finales, las luces se encienden y no se puede saborear ese último acto, cuando la historia ya ha terminado y comienza la lucha de la reflexión en tu cabeza. Esa última parte se corta con el alboroto por salir del local, el bullicio de gente que comenta con palabras algo que pertenece a la intimidad.

Por eso disfruto a solas los créditos finales de las películas de misterio y drama, para pensar, porque me dejan desahogarme durante el tiempo suficiente, con la música adecuada para que afloren todo tipo de sentimientos encontrados, necesarios para obtener el premio, la moraleja, la razón, la similitud de lo visto con lo vivido, para imaginar un poco más allá.

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Comencé a leer «Los Juegos del Hambre» porque leí sobre su éxito en muchos países, sería un imbécil si nolo hiciese, máxime cuando mi historia preferida de todos los tiempos, la de Harry Potter, se convirtió en tal gracias a un recorte de periódico en el lugar y el momento oportunos, cuando nadie sabía que existía.

Si bien la historia de Suzanne Collins está muy lejos de alcanzar las cotas de la trama de la obra de J.K. Rowling e incluso el primer libro me dejó con una sensación encontrada entre la simplicidad y mi amor por los realities a los que tanto se ataca en él, aún es pronto para evaluarla en su conjunto cuando me restan dos libros a los que echar mano. No soy de los que se lanzan a leer y disfrutar de las típicas historias de amor, pero tanto la autora como el director de la película han conseguido hacer interesante y bastante original un argumento que cada día tiene lugar en nuestras vidas, el de las difíciles elecciones.

La película ha influído muy positivamente a mis ganas de continuar leyendo, porque detrás de la historia de los 74º juegos del hambre se aventura algo de dimensiones que parecen épicas, de conspiraciones en un mundo controlado por el gran hermano que todo lo ve (recordándome aunque sea un pòco a una de mis obras literarias preferidas, «1984»).

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Safe & Sound es la canción de Taylor Swift que suena tras el final del film, en unos créditos que merecen ser escuchados, mientras las letras, los nombres van pasando a ritmo lento por la pantalla, en la cabeza la canción va entonándose como un himno que deja también sentimientos encontrados, algo así como un collage de melancolía y superación.