La Hora del Planeta

Hora del planeta

Hace algo más de una semana que la cisterna de casa estaba rota. Ya no sólo no se podía gastar la mitad de agua cada vez que se vaciaba, porque no dejaba hacerlo, sino que además constantemente goteaba durante todo el día, perdiendo más agua si cabe. Ahora ya está arreglada y, a escondidas, tengo que pulsar a la mitad la cisterna para gastar 5 litros en lugar de 10.

Me gusta ahorrar energía y agua porque pienso en los que vendrán después (ya no sólo en el dineral que cuestan la electricidad y el agua), porque quiero que este planeta se conserve durante el mayor tiempo posible, porque soy consciente de que esto al fin y al cabo es una bola de tierra gigante con unos recursos limitados que, desgraciadamente, no podremos reabastecer hasta que salgamos a otros mundos en busca de ellos. Y ese tiempo no está cerca.

Por este motivo esta semana me cabreaba y tenía que ser ecológico a escondidas, porque ni en mi propia casa soy capaz de hacer entender lo importante de no gastar más de lo necesario, acusándome de haber roto esa cisterna por hacer eso precisamente. Pero lo seguiré haciendo una y mil veces, porque prefiero que haya que arreglarla cada dos años a malgastar. No he conseguido mi objetivo con esto, pero en el resto de cosas parece que todos hacemos lo posible. Ya no hay bañera desde hace muchos años, sino plato de ducha, separamos los materiales para después desecharlos en sus respectivos contenedores, e intentamos no generar más basura de la necesaria por cabeza.

No comulgo con el cambio de hora que se hace dos veces por año. Quizá el cambio de la primavera, ese último fin de semana de marzo, tenga un cierto sentido, pero el que se realiza en otoño no llega a convencerme. Sólo sé que al hacer el cambio dicen que se ahorra mucha energía, pero con lo único que me encuentro es que antes del mismo al levantarse no había que encender las luces y después sí, así que sigo sin entender dónde está el ahorro, ¿en las empresas? Y de qué sirve si después en millones de hogares se enciende una luz que no debería.

Aún así esta noche es la hora del planeta. Una hora de 20:30 a 21:30 en que cada ciudadano puede decidir si continuar con su vida o pararla por un momento. Me gusta que no vendan esta hora como venden el cambio de hora que vendrá la semana que viene. En esta hora no se salvará al planeta, apenas se ahorrará energía, esa es la verdad, pero aquel que quiera unirse tendrá el privilegio de reflexionar, que no es poco.

Leer algunas páginas de un libro con la poca luz natural que reste del día, pasar un rato en casa o salir, sin televisión, sin rutinas, haciendo algo diferente o aprovechar para hacer algunas fotografías. Desconozco lo que haré durante esa hora, aunque una de las ideas va ganando fuerza.