La gran final de Gran Hermano 12 + 1, This is the night

«¿Quién quieres que gane?»

«Pipi»

«Pero si Sindi no puede ganar, es más uno»

«Claro que puede»

Qué bonito, qué emocionante, ¡qué todo! Esta noche «this is the night» en la que conoceremos el nombre del ganador o ganadora de Gran Hermano 12 + 1, el del dale la vuelta, el único Gran Hermano de edición numerada en que el ganador no sabrá nunca si ha ganado por sí mismo o si en realidad ha ganado gracias a su + 1. Será una duda que nunca obtendrá respuesta, y cuando digo nunca es nunca, lo cual reconcomerá por dentro a más de uno.

Pipi aún puede ganar, si no el maletín, que en el mejor de los casos lo portaría María, sí al menos los 20,000 € de premio. Todavía recuerdo el comienzo de este nuevo Gran Hermano, de repente aquella chica llamada Sindia que paseaba por la plaza de Callao en Madrid se vio sorprendida por una pantalla gigante con Mercedes Milá informándole que era concursante oficial, la primera concursante más uno de la historia de todo Big Brother mundial y la última más uno elegida. Mientras eso sucedía, en la casa no paraban de entrar el resto de concursantes de una forma poco natural y aquellos que lo hacían boca abajo con el saloncito al revés, se preguntaban quién era Sindia (Cinthia, Sandy, Cindy, como le llamaba cada vez Noemí). Hasta que llegó ella, nuestra Macu de GH que poco a poco se fue alejado de la idea de este personaje de Aída para pasar a llamarse «la Pipi», una chica divertida, con mucho carácter y que ha vivido lo que quizá para ella fue una simple discusión, pero que aquí vimos como un fiel reflejo de lo que pasa en muchas relaciones de pareja poco sanas.

Sólo ella ha podido regalarnos los momentos más intensos junto a su antes pareja (por lo que parece) Sergio, una especie de maltrato sicológico (te vas a quedar sola, lo he dado todo por tí, he dejado un trabajo, no me gusta que vistas así pareces una guarrilla, no vale de nada todo lo que he hecho por nosotros, etc etc etc, miles de barbaridades que sólo saben soltar los COBARDES). Pero ella decidió salir adelante, despojándose de las vestiduras que le ataban. Dentro de Gran Hermano ha descubierto que hay amigos, que hay diversión, que hay otro mundo ahí fuera mucho mejor que el que tenía antes. ¿Para qué si no sirve entre otras cosas Gran Hermano, sino para cambiarte la vida?

Este año ha sido peculiar, particular, sencillo pero complicado, un regreso a los orígenes pero con la experiencia aprendida. Y mucha parte del éxito reside en que ya no hay tantos programas a los que ir para dar voces y discutir, para sacar mierda y más mierda de las vidas privadas, saben que ahora su paso por la casa han de vivirlo intensamente, porque no tendrán otro lugar al que ir una vez acabe. Se acabaron los chulos de discoteca y las chonis mal habladas que van buscando su sitio como colaborador, se acabaron los gritos interminables para hacerse notar y discusiones con todo el mundo y una vez fuera poder «hacerse platós». Esta edición ha sido, de las últimas 10 ediciones, en la que menos discusiones y gritos ha habido. Y no ha hecho falta y tampoco han hecho falta payasetes que nos hicieran reir cada semana (que los ha habido y de vez en cuando hacen gracia). Naturalidad, esa es la palabra que ha definido esta etapa. This is the night y parece que va a ganar Pepe (muchos seguro que le votan por su similitud con el nombre de cierto ganador de GH 7), aunque nunca se sabe.

El ganador cargará al final de la noche con un peso ya tradicional, el peso de la soledad, esos minutos mágicos en que se queda a solas, con las conversaciones, las risas y las emociones que atesoran los recuerdos en cada rincón. Cargará con el peso de Zulema la mística, Azucena y su mal genio, el del primer concursante que entra por una apuesta, Arístides «aristidín», el único que abandonó, nuestro Chema el panadero de Barrio Sésamo David, la eterna mujer de Pepe, Mary Joy, la más uno que llegó en coche la primera, Verónica, la chica que nació en una casa muy muy pequeñita, Ochoa, el que fuera se dio cuenta de que sentía, Michael, la única concursante de la historia que no tuvo su entrevista, Berta, Juan el pater demasiado moderno, Sergio el novio de Sindia pero que nunca lo será de Pipi, el graciosete machista que se volvió ogro y que es la única persona de Gran Hermano en la historia que me ha gustado, dejado de gustar y vuelto a gustar así infinitas veces, Cristian, el que tenía novia fuera y no sabía ni qué puerta elegir, Hugo, Ales, el italiano que tuvo que aguantar mucho, María, esa chica que al principio sólo era guapa y al final demostro que podía pensar con la cabeza para ganar este concurso, Dani, el que vino en caravana y no le gustaban los frikis y feos hastaq ue se dio cuenta de que todo lo que no le gustaba lo tenía frente al espejo (adorablemente gracioso), Ari, su perfecto complemento, la chica de los agujeros, Noemí, la que deberá emplear el dinero ganado en un buen sicólogo que le ayude a superar sus problemas de identidad, primero dulce y cariñosa, después víctima y después malvada y mentirosa sin querer, que es lo peor que le puede ocurrir a una persona, desquiciada diría yo.

Y me dejo a tres. Muchos soñamos que llegarían juntos y así ha sido al final, no de la manera que imaginamos, pero posible gracias a que todo ha dado la vuelta y todo por puro azar o como diría alguien, por lo inevitable. Pepe, el de corazón, Marta, la chica alegre con su pinza y Pipi, el gusano que un día se encerró en su capullo y emergió una bonita mariposa.

Feliz noche, feliz final de Gran Hermano. Y que nadie sienta esta vez esa sensación de vacío al ver cómo se apagan las luces de la casa, porque donde un día hubo un dale la vuelta, siempre hubo después la oportunidad de volver a poner de nuevo las cosas en su sitio, donde siempre debieron estar.