No me quieras tanto, que de tanto amor muero

camino natural toledo

«Déjalo en las ramas, es demasiado pequeño aún, se habrá caído del nido.»

Ella se resistía a abandonarlo a su suerte, tan pequeño e indefenso. Y si lo dejaba allí y se caía y se hacía daño.

«Déjalo entre las ramas, entre las hojas, así aprenderá a volar«. Y tras decir esto se dio la vuelta.

Ella no pensaba dejarlo allí, aún conservaba en su bolsillo el alpiste para las gallinas que se había traído de casa antes de salir hacia la ciudad y en un rápido pero cuidadoso movimiento, metió al pequeño pajarillo en su bolsillo, donde  tendría abundante cantidad de comida, donde estaría a salvo de caídas, de la lluvia y de pisadas de extraños, allí estaría confortable y calentito, al abrigo y sin faltarle de nada.

Mientras continuaba su día con normalidad, pensó en llegar a casa, dejar libre a ese pequeño amigo recién conocido y tenerlo para siempre. Su mente no estaba en los libros ni atenta a las palabras de la profesora, sino en un mundo imaginario muy lejos de allí. Su pequeño amigo, sería su pequeño amigo para siempre.

Pasaron las horas del mundo en las nubes y al salir metió la mano en el bolsillo para sacarlo y ver cómo estaba. Un ligero tinte impregnó su mano. Aquella persona que le había dicho que lo dejase entre las ramas se acercó.

«¿Qué tienes en la mano?»

«Sangre, tengo sangre«. Algo denotaba en su tono de voz que no quería terminar de reconocer la realidad, que no estaba preparada.

«Déjame que mire«. Introdujo la mano en el bolsillo y sacó alpiste tintado de rojo. Debía ser comida pasada que con el calor se había quedado así.

Volvió a introducir la mano y esta vez tocó algo más. Poco a poco, el cuerpo inerte de su pequeño amigo fue saliendo del bolsillo. De repente desaparecieron los sueños, la tarde que se antojaba soleada se tiñó de niebla igual que sus pequeños ojos. ¿Cuánto había durado aquella amistad? Si apenas fueron unos segundos, pensó.

a la memoria de Yoko, al que me unió una amistad de 13 años y que ahora perdura para siempre, siempre en los bolsillos te llevo

Relato : José Francisco Cedenilla

fotografía: Camino Natural del Tajo (Toledo), por José Francisco Cedenilla

música: Joshua Pearson «Where the Heart Begins»

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