Recuerdos: Con las manos en la masa

Llegaba a casa tras la larga mañana en clase, apenas contaba con unos pocos años, mientras mi madre colocaba la comida en la mesa redonda del salón con faldilla y brasero, todos juntos comiendo mientras esta sintonía sonaba en el televisor y mi madre tomaba nota de las recetas en un cuaderno, con un poco de ayuda para recordar los ingredientes, los cinco juntos, algo que ya sólo se repite en contadas ocasiones especiales.

Sólo tengo recuerdos vagos, imágenes difusas de una presentadora que ejercía cada mediodía como cocinera, sin contar chistes, con mucha diplomacia, detrás de una mesa, pero moviéndose por su escenario improvisado que parecía su propia cocina de casa, con instrumentos de toda la vida y mucha maña.

Siempre que vuelves a casa
me pillas en la cocina
embadurnada de harina
con las manos en la masa.

¡Niña!, no quiero platos finos,
vengo del trabajo
y no me apetece pato chino.
A ver si me aliñas
un gazpacho con su ajo y su pepino.

Papas con arroz,
bonito con tomate,
cochinillo,
caldereta,
migas con chocolate,
cebolleta en vinagreta,
morteruelo,
lacón con grelos,
bacalao al pil pil
y un poquito’e perejil.

—¡Chiquillo! que yo hice un cursillo
para cordon bleu.
—Eso ya lo sé pero, ¡chiquilla!
—¿Qué?
—Dame pepinillos
y yo los remojaré
con una copita’e Jerez.

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