Tras la cuenta atrás, la alfombra en el centro del Nido comienza a iluminar con luces los aros olímpicos. Cuando nadie lo espera, los aros se levantan del suelo y dejan de pertenecer a una sola dimensión. Poco después, cientos de tambores milenarios utilizados en China y percusionistas inundan el centro del estadio para entonar cánticos y melodías de bienvenida al mundo entero.